Cada año, unas semanas antes de Navidad, un/a niño/a austriaco viaja a la gruta donde, según la tradición, nació Jesús en Belén para encender una vela que simboliza la Luz de la Paz. Después, durante una ceremonia ecuménica en Viena, se distribuye esa luz a representantes scouts de numerosos países por Europa, y llega a España; cada año llega a una ciudad distinta de nuestro país y desde aquí se repartirá a distintas localidades.
Nosotros, para esos días, entre luces de adornos y llamativos escaparates, proponemos que una llama pequeña y viva ilumine la escena de lo cotidiano. Por esto invitamos a las personas a observar su interior, para descubrir la LUZ que cada uno de nosotros lleva dentro y a que la dejen entrar en escena.
La llegada de la LUZ de Navidad de Belén nos ofrece la oportunidad de observar la realidad con una luz nueva que nos ayude a establecer relaciones interpersonales y redes de personas implicadas a favor de la Paz. Y ahora llega el tercer y definitivo paso: acción. Sentirnos implicados en la Luz supone que seremos cada uno de nosotros quienes, apropiándonos del mensaje, tendremos la capacidad de llevar la Paz a cada hogar, a la parroquia, al grupo scout, a la asociación, al barrio, al pueblo, al enfermo, al inmigrante, al prisionero,… La Luz no llegará por sí misma y nos pide que nos impliquemos, que actuemos. ACCIÓN.